Cine Charla

Manos de Piedra (Hands of Stone)

          Por Emilio Frenk. 

Director: Jonathan Jukobowicz.

Elenco: Edgar Ramírez, Robert De Niro, Rubén Blades, Usher Raymond, John Turturro, Ellen Barkin, Ana de Armas, Pedro Pérez y Reg E Cathey.

Calificación: Regular.

El director venezolano Jonathan Jakubowicz hace su debut internacional con Manos de Piedra y el resultado no es tan fabuloso como se esperaba. Pudo haber sido mucho mejor.

Basada en hechos reales, Manos de Piedra cuenta la historia de Roberto Durán (Edgar Ramírez), uno de los grandes peleadores en la historia del boxeo, y Ray Arcel (Robert De Niro), quien se convertiría en su mánager después de ser testigo de una de las peleas de Durán en el mítico Madison Square Garden de Nueva York.

Al principio, Roberto no quiere la ayuda de Arcel porque desde niño ha desarrollado un sentimiento anti-estadunidense; sin embargo, eventualmente acaba aceptando su ayuda, lo que lo llevará al campeonato de peso welter contra Sugar Ray Leonard (Usher Raymond) en una de las peleas más memorables del siglo pasado.

La idea de contar la vida de Manos de Piedra fue muy buena y estaba garantizada una interpretación más que digna con  la participación de grandes actores, como Robert De Niro en el papel de Ray Arcell. Asimismo, la edición de la película funcionó correctamente, lo cual es fundamental en este tipo de cintas para registrar los movimientos de los boxeadores en cortes rápidos y realistas. El ritmo en la filmación de los combates estuvo bien manejado, hubo una adecuada narración de las peleas y se cumplió con el requisito del género deportivo.

A pesar de todas las fortalezas arriba descritas,  la película cae en el error de relegar el tema biográfico del peleador para proyectar el tema del intervencionismo norteamericano en la construcción y administración del Canal de Panamá. Esta decisión del director Jakubowicz de resaltar la parte patriótica con tintes políticos tomando como “símbolo de fuerza popular y soberanía panameña” a Roberto Durán, le resta profundidad al clima emocional de los personajes y no aporta nada a la trama concreta. Además, Ellen Barkin, Rubén Blades y John Turturro son poco aprovechados. El director los confina a papeles secundarios sin brillo y es difícil empatizar con ellos.   

También siento que eran innecesarias tantas idas y venidas al pasado y al futuro (flashbacks y flash forwards), ya que en menos de dos horas de cortometraje es imposible retratar treinta y tres años de la vida de una persona y mucho menos la reconstrucción de toda una época (los 70’s y 80’s del siglo veinte). La razón por la que películas como Rocky y Toro Salvaje funcionan es porque se centran en un protagonista y su narrativa corre sin vaguedades de principio a fin; esto es, siguen una sucesión de acontecimientos de manera lineal con base en un relato estructurado con correspondencias lógicas.

Por el contrario, en Manos de Piedra el director en su afán de contarlo todo abusa de los planos temporales y presenta una dilatada y zigzagueante serie de momentos existenciales de Durán que terminan siendo una agregación de escenas que restan intensidad al drama y que se quedan en la superficialidad.

La expectativa del enfrentamiento entre Durán y Sugar Ray Leonard mantiene el interés del espectador hasta la mitad de la película. En el tercer acto se pudo haber insistido en filmar escenas precisas orientadas a mantener la emoción, pero se prefirió grabar a detalle varias escenas que se pudieron haber obviado porque la película no es un documental.

Considero que hasta ahora ésta es la mejor actuación de Edgar Ramírez, quien antes había trabajado al lado de De Niro en la película de David O. Russell Joy: El Nombre del Éxito,  que salió el año pasado. A pesar de que en momentos Ramírez sobreactúa, su trabajo es profesional y aceptable y merece más. Ojalá no vuelva a participar en refritos como Punto de Quiebre, que nunca superó a la versión de Kathryn Bigelow de 1991.

Con un guión más circunscrito al interior del cuadrilátero, la película hubiese estado a la altura de cintas como El Peleador (David O. Russell, 2010). Pero no fue así.

Le doy a Manos de Piedra una moderada recomendación.